Vivimos en una sociedad red, abierta, con arquitectura descentralizada y estructurada en torno a flujos financieros. Hemos pasado de la Galaxia Gutemberg (McLuhan ,1985) a la Galaxia de Internet (Castells, 2001), lo cual implica el nacimiento de una nueva cultura: la de la virtualidad real (Castells, 1997).
Pierre Levy (1999) afirma que “Hoy en día, un movimiento general de virtualización afecta no sólo a la información y a la comunicación, sino también a los cuerpos, al funcionamiento económico, a los marcos colectivos de la sensibilidad o al ejercicio de la inteligencia. La virtualización alcanza incluso a las formas de estar juntos, a la formación del “nosotros”
Las nuevas tecnologías tienen fuertes implicaciones en la constitución de las subjetividades, así algunos autores hablan de tecnoculturas o ciberculturas regidas por nuevas formas de percibirnos a nosotros mismos dentro de una red global.
Pierre Levy (1999) afirma que “Hoy en día, un movimiento general de virtualización afecta no sólo a la información y a la comunicación, sino también a los cuerpos, al funcionamiento económico, a los marcos colectivos de la sensibilidad o al ejercicio de la inteligencia. La virtualización alcanza incluso a las formas de estar juntos, a la formación del “nosotros”
Las nuevas tecnologías tienen fuertes implicaciones en la constitución de las subjetividades, así algunos autores hablan de tecnoculturas o ciberculturas regidas por nuevas formas de percibirnos a nosotros mismos dentro de una red global.
Piscitelli dice que estamos ante un cambio civilizatorio y una resignificación de la cultura en la cual los contemporáneos de las nuevas tecnologías (nativos digitales) conforman una nueva elite tecnocognitiva: “El tema de fondo es la existencia de un cambio civilizatorio, una resignificación de qué es la cultura. Nos sentimos como cuando los bárbaros tomaron Roma, los estamos esperando”.
Estamos mediados, atravesados por las tecnologías. Nuestras sensibilidades se prolongan a través de las tecnologías, ellas son extensiones de nuestra piel. De Kerchove en su libro La piel de la cultura. Investigando la nueva realidad electrónica (1999) afirma que los sistemas de procesamiento de información son extensiones de las propiedades de nuestras mentes, por eso las llama psicotecnologías. “Desde que han modificado las relaciones en el tejido de la sociedad, también han reestructurado o modificado los rasgos sicológicos, especialmente aquéllos que dependen de la interacción entre el lenguaje y el organismo humano o entre la mente y al máquina.” Además sostiene que las comunicaciones electrónicas borran los límites entre identidades locales y globales debilitando los muros de la identidad privada.
Así, la construcción de la identidad se complejiza con las múltiples pertenencias que tenemos actualmente los individuos a diversos contextos reales y virtuales y la posibilidad de construir identidades proyectivas, a partir de internet y los videojuegos.
Estamos mediados, atravesados por las tecnologías. Nuestras sensibilidades se prolongan a través de las tecnologías, ellas son extensiones de nuestra piel. De Kerchove en su libro La piel de la cultura. Investigando la nueva realidad electrónica (1999) afirma que los sistemas de procesamiento de información son extensiones de las propiedades de nuestras mentes, por eso las llama psicotecnologías. “Desde que han modificado las relaciones en el tejido de la sociedad, también han reestructurado o modificado los rasgos sicológicos, especialmente aquéllos que dependen de la interacción entre el lenguaje y el organismo humano o entre la mente y al máquina.” Además sostiene que las comunicaciones electrónicas borran los límites entre identidades locales y globales debilitando los muros de la identidad privada.
Así, la construcción de la identidad se complejiza con las múltiples pertenencias que tenemos actualmente los individuos a diversos contextos reales y virtuales y la posibilidad de construir identidades proyectivas, a partir de internet y los videojuegos.
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