Más allá de las diferentes formas de acceso y de las indiscutidas brechas sociales y simbólicas, las tecnologías convergentes penetran sostenidamente en los distintos grupos sociales constituyendo un factor de transmisión cultural y de definición de la identidad.
Echeverría sostiene que el ser humano emigró del primer espacio, la naturaleza, hacia el segundo, la ciudad, y ahora está inmerso en un nuevo entorno, regido por la informática y las comunicaciones en el cual la identidad del sujeto es plural. El “tercer entorno” posee propiedades naturales, industriales y tecnológicas que diseñan una complejidad sin precedentes en el cual conviven el teléfono, la radiotelevisión, redes telemáticas, tecnologías multimedia, videojuegos y tecnologías de realidad virtual:
“(…) es un nuevo espacio social en fase de emergencia, construcción y expansión,
tanto material como social y mental. La globalización electrónica no sólo
implica un cambio tecnológico, sino también una transformación social, cultural
y mental.(…) El tercer entorno puede ser multicultural y plurilingüístico, pero
también corre el peligro de convertirse en un ámbito propicio para el
colonialismo cultural y el monolingüismo. Para evitarlo se requieren acciones
sociales y políticas que orienten el desarrollo del espacio electrónico en tales
direcciones.”[2]
Simone habla de una “tercera fase” para referirse al cambio en los modelos de inteligencia y las formas de adquirir conocimientos que caracterizan a nuestro tiempo. Sostiene que:
“(…) a finales del siglo XX hemos pasado gradualmente de un estado en el que el
conocimiento evolucionado se adquiría sobre todo a través del libro y la
escritura (es decir, a través del ojo y la visión alfabética o si se prefiere, a
través de la inteligencia secuencial) a un estado en el que éste se adquiere
también –y para muchos principalmente– a través de la escucha (es decir, el
oído) o la visión no-alfabética (que es una modalidad específica del ojo), es
decir, a través de la inteligencia simultánea. Hemos pasado, así pues, de una
modalidad de conocimiento en la cual prevalecía la linealidad a otra en la que
prevalece la simultaneidad de los estímulos y de la elaboración.”[3]
El aceleramiento en los procesos de almacenamiento, modificación, distribución y destrucción de información transforma nuestra temporalidad y “la duración de la herencia”. Jacques Derrida afirma que la hipervaloración de la velocidad y de lo nuevo, ponen en cuestión la idea de una herencia duradera y nos envuelve en un clima de fugacidad e incertidumbre con respecto al futuro.[4] Bauman señala que la velocidad de las transformaciones, los procesos de destradicionalización e innovación constantes, las grandes modificaciones en las instituciones modernas tradicionales y el culto a la individualidad erosionan las razones de nuestra vida cotidiana: vivimos así en una “modernidad líquida”, en la que todo fluye, se mueve. En estos escenarios de globalización y profundos cambios del contexto socio-cultural nuestras identidades también se transforman.[5]
Tal como afirma Barbero “Hoy decir identidad implica también – sino queremos condenarla al limbo de una tradición desconectada de las mutaciones perceptivas y expresivas del presente – hablar de redes, flujos, movilidades, instantaneidad, desanclaje. Antropólogos ingleses llaman a eso raíces en movimiento”.[6] La complejidad actual de la construcción de nuestra identidad se vincula con nuestra pertenencia a múltiples contextos y a la posibilidad de construir identidades virtuales y proyectivas, propias de la interacción en internet.[7]
[1]Lash, Scott. Crítica de la información. Buenos Aires, Amorrortu, 2005.
[2]Echeverría, J. Impacto Cultural, Social y Lingüístico de las Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) Disponible en: http://www.campus-oei.org/tres_espacios/icoloquio8.htm
Puede ampliarse el tema en Echeverría, J. (2006), La vida en el tercer entorno, entrevista a BBC Mundo.com, disponible en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_6128000/6128546.stm
[3] Simone, Raffaele (2001), La tercera fase, Taurus, Madrid.
[4] Derrida, J. (2006), Aprender por fin a vivir. Entrevista con Jean Birnbaum, Buenos Aires, Amorrortu.
[5] Bauman, Z. (1999), La globalización. Consecuencias humanas, Buenos Aires-México DF, Fondo de Cultura Económica.
[6] Martín Barbero, Jesús. (Coordinador) Colombia: ausencia de relato y desubicación de lo nacional en: Cuadernos de Nación. Tomo: Imaginarios de nación. Pensar en medio de la tormenta. Ministerio de Cultura. Bogotá, Abril de 2002.
[7] El tema puede ser ampliado en Melucci, A. (2001), Vivencia y convivencia. Teoría social para una era de la información, Madrid, Trotta.
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