Rist analiza la influencia que ejercen las expectativas de los otros en la conformación de la imagen y de la identidad social de los individuos. Explica la “teoría del etiquetado” aplicándola al ámbito educativo. Sostiene que todas las personas encargadas del control social asignan a los individuos “etiquetas” con las cuales califican actitudes, comportamientos, realizando así una clasificación social. El autor sostiene que existen investigaciones sociales que le otorgan un esquema conceptual más amplio a la idea de la “profecía que se cumple a sí misma” de Rosenthal y Jacobson publicada en Pygamalion in the Classroom (1968). Plantea la teoría del etiquetado como marco explicativo para el estudio de la desviación social aplicable asimismo a la educación y que puede explicar el éxito o el fracaso escolar. Es una teoría que pone el acento en lo que sucede dentro de la escuela.
Rist coincide con Becker en que la “desviación social” es problemática y subjetiva, no es una cualidad del acto que comete una persona sino que es el resultado de una construcción social, una consecuencia del hecho de que otros aplican leyes y sanciones al infractor. “El desviado es alguien a quien se ha aplicado con éxito la etiqueta, y el comportamiento desviado es el de las personas así etiquetadas”.[1] Esta construcción se realiza por medio del etiquetamiento que hacemos de los demás, atribuyéndole a los otros algunas cualidades a las que consideramos “desviadas”. El etiquetamiento lo realizan los individuos y los grupos sociales pero luego adquiere realidad propia, generamos imágenes de los demás por las cuales actuamos y conformamos expectativas.
Este autor analiza la influencia que ejercen las representaciones y expectativas del docente en los resultados de los alumnos , en la conformación de su imagen e identidad . El etiquetado puede contribuir a las “profecías autocumplidas”.
Los profesores constituyen sus juicios de desviación y etiquetan a sus alumnos a partir de diversas fuentes: el contacto directo ( fuente primaria) y la información obtenida de otras relaciones no directas (comentarios de colegas, informes anteriores, reuniones de padres, pruebas de inteligencia, etc). La raza, el sexo, el status social, el rendimiento escolar anterior y el actual, la forma de vestir, el comportamiento, el atractivo físico, etc, son factores poderosos en la formulación de expectativas en los profesores. Diversos estudios demuestran que se espera menos de los niños de clase baja que de los de clase alta, así como los alumnos más pulcros son posicionados en lugares superiores en algunos colegios. Los chicos etiquetados como brillantes gozan de mayor tolerancia y estimulación frente al docente que los chicos considerados menos capaces.
Rist comenta un estudio que realizó en una escuela de EE UU de la comunidad negra en la cual una profesora pone en funcionamiento sus expectativas con grupos diferentes de alumnos otorgándoles un lugar en el aula en función de su origen social. Esa clasificación se perpetuaba año tras año, la evaluación subjetiva inicial adquiere dimensiones de objetividad. De esta forma Ritch sostiene que las expectativas del profesor algunas veces se cumplen a sí mismas. Sin embargo hay que considerar las contingencias sociales, la fuerza de esa etiqueta y que “los individuos negocian, rechazan, aceptan, modifican y reinterpretan los intentos de etiquetado”. [2]
2 comentarios:
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